lunes, 30 de junio de 2008

El rito

Tradicionalmente en mi familia, los 29 se comen los ñoquis. De más está decir que los ñoquis deben ser amasados por alguno de los miembros de la familia, jamás se comieron ni se comerán ñoquis comprados.
Mi mamá, de quien aprendí a amasarlos ayudándola desde chiquita a hacerlos en casa, me criticaba que yo usara puré "de paquete" en lugar de pisar papas como correspondía, y resulta que ahora que ya no está mi viejo, ella usa una harina a la que sólo se le agrega agua, y ya tenés la masa para ñoquis!
Como es mi costumbre, siempre tengo que agregarle mi toque personal a cualquier receta, ya sea de libro o familiar, y en el caso de los ñoquis, este toque consiste en una buena cucharada de queso crema no ácido (Casancrem) y abundante nuez moscada.
Me tenía de muy mal humor eso de no poder amasar los ñoquis desde hace unos cuantos meses, y además este domingo tenía varios incentivos adicionales. En principio, el hecho de ser domingo, y que en casa los domingos se comen pastas (a veces se puede cambiar por asado si el negrito está de franco). En segundo lugar, el hecho de sorprender al negrito con una comida que le gusta mucho, y por último, el desafío de hacer todo en tiempo record antes de que se despierte el gordito.
El rito comenzó a las 8 de la mañana, mate de por medio, y para las 10, ya tenía los ñoquis amasados. Después de amamantar a Agus, me dediqué a hacer la salsa (con estofado de salchicha parrillera, como le gusta a mi negro).
El almuerzo fue un éxito! no quedó nada... La verdad que salieron riquisimos. Misión cumplida.

jueves, 26 de junio de 2008

Terminó la novela

La vida nos cambia...
Hasta hace 4 años atrás, yo aseguraba a todo aquel que me planteaba el tema, que no me pensaba casar y mucho menos tener hijos.
Todos los domingos leía el Clarín Económico, y me prometía a mi misma que algún día mi fotito iba a aparecer en la sección "Libro de pases".
Como dice el refrán, nunca digas "de esta agua no he de beber"...
Un día conocí a mi negro hermoso, y cuando anunciamos que nos casábamos, todo el mundo me decía "como? no era que vos no te ibas a casar nunca?!".
Luego de un tiempo decidimos que estábamos listo para ser padres, y cuando por fin pudimos dar la noticia de que Agus estaba en camino, todo el mundo me decía "ah, mirala vos a la que nunca iba a tener hijos!".

Y hoy, todo el mundo se cae de traste cuando se enteran de que entre la familia y la carrera, elegí la familia.

Renuncié. Cuando lo anuncié, me ofrecieron cosas para retenerme, pero ya no había vuelta atrás.
Tengo un amigo que me ofreció trabajo free-lance, lo que implica trabajar un 80% desde casa. No voy a ganar una fortuna, y mucho menos voy a tener un plan de carrera, pero voy a tener lo más importante: a mi hijo todo el tiempo conmigo.
Hay quienes me critican y quienes me apoyan. Pero lo que realmente cuenta es que mi marido no sólo está de acuerdo, sino que fue prácticamente el artífice de toda esta movida.
Él insiste en que en la vida, todo pasa por algo, y que todo este tema laboral se dió para facilitarme la decisión de quedarme más tiempo en casa.
Económicamente ya nos vamos a arreglar, se ajustarán unas tuercas por aquí y por allá, pero podemos pilotearla, y profesionalmente, ahora aspiro a llevarme el premio a la mejor mamá, que es mi nueva carrera.

jueves, 19 de junio de 2008

Futuro incierto

Y así sigue la novela de la tarde respecto a mi futuro laboral...
Sigo siendo empleada del maxi-kiosco que se hace llamar empresa, pero a las órdenes de la gente de la nueva consultora. Es decir, por cuestiones legales, conmigo van a hacer una excepción y la consultora nueva va a sub-contratar mis servicios al maxi-kiosco.
Un quilombo y un embole... es decir, cada vez le rindo cuentas a más gente, antes le rendía al maxi-kiosco y a la institución, ahora le rindo a los mismos dos, más a la consultora nueva.
El resto de mis compañeros pertenecen a la nueva consultora, o han renunciado, o han prescindido de sus servicios.
Me siento como que "ni soy de aquí ni soy de allá". Tampoco sé si mis funciones seguirán siendo las mismas, porque la nueva consultora todavía no se puso en contacto conmigo.

En definitiva, me siento en un limbo laboral, no tengo ganas de hacer nada, el clima en la oficina es una cagada... y yo de lo único que tengo ganas es de salir corriendo a estar con mi gordito, que lo extraño horrores.