martes, 4 de diciembre de 2007

El valor de la palabra

Ejemplo de la vida real:
Fulana:- Mañana te llamo y te confirmo si está todo ok.
Marlena:- Ok, espero tus novedades.
Pasa mañana, pasa pasado mañana, pasa el día después de pasado mañana y preocupada ante la ausencia de novedades, llamo a Fulana.
M:- Disculpá, te molesto porque me dijiste "te llamo mañana" y eso fue hace tres días.
F:- Si no te llamé, fue porque no tuve novedades (tono claramente disgustado).
M:- Bueno, entonces la próxima vez, si te comprometés a llamar, hacelo aunque sea para decirme "no tengo novedades".
F:- tu tu tu tu tu tu

Ok, adonde apunto con el ejemplo? A que me molesta que en la actualidad, la palabra empeñada carezca de valor. Se perdió el compromiso de la palabra en sí, ya no importa lo que te dije ayer, me olvidé, no seas literal, no tomes todo al pie de la letra...
Tal vez sea "chapada a la antigua", tal vez no esté amoldada a los tiempos que corren, tal vez jamás pueda acostumbrarme a que las palabras se las lleva el viento.
Cuando algo no se puede, no se puede, es comprensible... lo que no comprendo es por que importa tan poco dejar al otro divagando en la incertidumbre de no saber que no se puede. En la era de las comunicaciones, con miles de formas de hacer llegar un mensaje, aun así, hay gente a la que le cuesta horrores mantener el valor de su palabra.

4 comentarios:

Zeb dijo...

El mejor ejemplo del "poder" de la palabra lo dió un profesor de mi facultad...
Diálogo, P: profesor, A: alumna.

P: entonces Freud habla del poder de la palabra
A: cómo es eso del poder de la palabra?
P: Freud dice que las palabras tienen poder, en tanto que producen efecto..
A: ay, yo no sé si es tan así...
P: QUE BUENAS TETAS QUE TENÉS
A: ... (totalmente colorada)
P: Ves que las palabras tienen efecto?

Lo leído anteriormente es una historia verídica! (y como diría les luthiers, no sólo es verídica, sino que además es real!)

Besote!

Hurricane dijo...

Como ejemplo de la palabra antigua, en 1898 hubo una pequeña guerra naval sobre costas americanas entre EE.UU. y España en la que la marina yanqui llenó de cañonazos a los españoles. Uno de los tantos prisioneros españoles era un capitán que solicitó bajar a tierra a visitar a su familia. El permiso le fué concedido porque dió su palabra de volver al buque donde era prisionero.
Estando el capitán visitando a su familia se presentó en la vivienda un marinero yanqui preguntando si el capitán estaba presente. El español se volvió loco porque estaba desconfiándose de su palabra, pero pronto tuvo que rectificarse, el marinero le dijo simplemente vengo a traerle su espada, mi capitán no quiere que cruce la ciudad sin su espada a esta hora tan concurrida.
Evidentemente la palabra empeñada tenía valor para ambas partes.
Besos

Marlena dijo...

Zeb: De todos modos, por más que el profesor lo haya hecho para demostrar el punto, si a mí me dice una cosa así, me levanto y le vuelo la cara de un sopapo! Un beso
Hurri: Tu historia plasma de manera extraordinaria lo que quise decir con el post. Gracias!!! Te mando un beso enorme

Araña Patagonica dijo...

Y si no, para quedar bien, te cambian el discurso.. onda: no, me entendiste mal, yo no te dije eso, te dije lo otro.